Las Lágrimas de la Princesa Carú
Se cuenta en la memoria venezolana, la historia de Carú, una noble princesa, hija del cacique del clan de los Bailadores. Su corazón latía fervientemente por su prometido, heredero del cacique de los Mocotíes. Las dos tribus compartían la alegría ante la unión próxima, pero el destino tenía otros planes. En el albor del día nupcial, las notas alarmantes del cuerno del vigía resonaron, presagiando desdicha: los hombres blancos se aproximaban, y con ellos, el estruendo de la guerra se desató.
La batalla cesó con la partida de los invasores, pero dejó un rastro de desolación. En la recolección sombría de los guerreros caídos, la desdicha más cruel se reveló a Carú: entre los héroes sin aliento yacía su prometido. Con el peso del amor y el dolor, Carú emprendió la ascensión a la montaña, llevando el cuerpo de su amado, suplicando al divino señor de los picos por un milagro de vida. Tras tres jornadas de lágrimas y súplicas, las fuerzas la abandonaron y, en un último abrazo mortal, su espíritu flaqueó.
Conmovido por la profundidad de su amor y su inquebrantable fe, el dios de la montaña decidió eternizar su pasión y su pena. Allí, donde la princesa derramó su último aliento y sus últimas lágrimas, brotó una cascada, un perpetuo testimonio de las lágrimas de Carú, un canto líquido que narra al viento la inmortal historia de amor y sacrificio de esta leyenda venezolana.