¿Conoces el Pecado de Xochiquétzal?
Soy Xochiquétzal, la diosa de la belleza en el paradisíaco Tamoanchan, donde los dioses aztecas residimos. En el corazón de este paraíso se erguía el gran árbol sagrado, un regalo de los Ometéotl, cuyas flores y frutos eran intocables. Pero la tentación me venció un día, y me aventuré a coger una fruta adornada con dos flores del árbol. Al hacerlo, el árbol sagrado se despedazó, convirtiéndose en añicos ante mi horror.
La furia de los Ometéotl resonó en el silencio que siguió, y con tristeza en su mirada, me desterraron de Tamoanchan. La desesperación me inundó y lloré hasta que mis ojos se volvieron ciegos por mis propias lágrimas. Ya no era la diosa vibrante de alegría, sino que me transformé en Ixnextli, “Ojos de Ceniza”, un ser oscurecido por la penumbra del pecado cometido. En la soledad de mi destierro, el recuerdo de Tamoanchan y del grandioso árbol sagrado se convirtió en un eco doloroso de un pasado irrecuperable. Te recomiendo que conozcas a Cipactli.